¿Qué es el Apoyo Conductual Positivo?

El apoyo conductual positivo, lo pueden ver también por sus siglas ACP, es un enfoque para trabajar las conductas. Es un enfoque que por su carácter respetuoso, y de ver a la persona en su globalidad se promueve desde las entidades que trabajan con personas con discapacidad. Si bien es un enfoque más respetuoso que lo que sería un trabajo de conductas desde un enfoque de psicología conductista, no lo es tanto como lo que se hace desde la Disciplina Positiva, pues su origen no es el mismo.

El apoyo Conductual Positivo es un enfoque para hacer frente a los problemas de conducta que implica remediar condiciones ambientales o déficits en habilidades (Carr, 1995). Como vemos en esta definición el ACP se basa en analizar la conducta que nos preocupa poniendo el énfasis no solo en su función (En esto si es como la disciplina positiva, miramos qué hay detrás de la conducta) y se enfoca en cambiar, no la conducta, sino los factores ambientales y las habilidades de la persona que pueden estarle dificultando y mediando para que su necesidad se exprese de esa manera.

Para llevar a cabo el ACP, partimos de un análisis funcional de la conducta, en el que establecemos las hipótesis sobre qué función tiene la conducta y qué otras variables pueden estar influyendo.

A partir de este análisis hacemos adaptaciones ambientales y enseñamos habilidades alternativas a la persona que cumplen la misma función que la conducta que se ha considerado problemática.

El éxito de este ACP lo mediríamos conforme se aumenten las veces que la persona hace la conducta alternativa. Desde otros enfoques más conductuales, el éxito se mediría comprobando la reducción o extinción de la conducta problema.

Es un enfoque respetuoso porque parte de la comprensión hacia la persona y el tratar de cambiar las variables que pueden estar afectando, siempre respetando su necesidad. No trabajando sobre la conducta a base de premios y castigos. Otra de sus características es la intervención sobre el contexto de la persona, lo que hace que sea un enfoque muy potente, ya que si transformamos los entornos estos comienzan a adaptarse y a proporcionar apoyos que van a afectar a la calidad de vida de la persona de manera positiva. Lo que es un objetivo que no solo favorece a la persona y a su familia sino que nos hace avanzar hacia una sociedad más inclusiva. Y que va a hacer que la persona tenga muchas más oportunidades de desarrollo, participación y contribución.

No obstante, su diferencia con la Disciplina Positiva puede verse en que a la hora de enseñar nuevas habilidades cada profesional puede emplear diferentes estrategias, que si podrían incluir refuerzos positivos o negativos, como saben la DP no funciona desde esta perspectiva y nos proporciona, además, herramientas específicas y muy útiles.

Una vez hemos hecho este análisis funcional y tenemos nuestras hipótesis sobre las habilidades que creemos que la persona puede adquirir y los cambios del entorno, establecemos un Plan de Apoyo Conductual. En él recogemos los objetivos que nos proponemos y cómo se van a llevar a cabo.

Los profesionales debemos tener en cuenta que este enfoque se debe enriquecer de otros como las Prácticas Centradas en la Familia y la Intervención en Contextos Naturales, para realmente mejorar la vida de la persona. Al igual que podríamos adecuarlo para que fuera más un enfoque de Disciplina Positiva, más que un enfoque conductual.

Los objetivos que nos planteamos deben ser creados y consensuados tanto con la persona como con su familia, deben suponer un cambio en su entorno y seguir su ritmo. Los profesionales no deberíamos serlo, debemos pasar a ser facilitadores o apoyos, pero como iguales al resto de personas. De esta forma se irán aprendiendo nuevas habilidades y haciendo adaptaciones respetando la individualidad de la persona, de su familia y de todo su entorno. Y conseguiremos mejoras significativas, como siempre, a largo plazo.

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