¿Por qué tenemos que evitar el uso de pantallas?

Esta pregunta creo que está muy de actualidad. Quizá el confinamiento ha hecho que, a falta de recursos, muchos hayamos tirado de pantallas. Pero como siempre, para hacer un uso responsable tenemos que saber qué consecuencias tiene el uso de pantallas en nuestros hijos. Y es que ya hay estudios que demuestran los inconvenientes.

La Asociación Española de Pediatría nos recomienda:

  • Nada de pantallas antes de los 3 años

  • Entre los 3 y los 5 años como máximo una hora de uso diario.

  • A partir de los 5 años, hora y media de uso supervisado por un adulto.

Y ¿Por qué estas recomendaciones?

La recomendación de que los más pequeños de la casa no utilicen pantallas es por los riesgos asociados a las pantallas y por lo que dejan de hacer mientras están delante de una pantalla. De los 0 a los 6 años, los pequeños de la casa, aprenden y se enriquecen de su entorno y de las oportunidades que éste le ofrece. Y si está delante de una pantalla no está en movimiento, jugando con otras perosnas u objetos que hagan que se desarrolle su motricidad, imaginación, percepción, inteligencia… Aunque en las pantallas haya juegos educativos, les falta lo que enriquece el juego compartido y el movimiento físico.

Por otro lado, las pantallas ofrecen un nivel de estimulación altísimo. Actualmente, en las películas o dibujos, hay cambios de enfoque de cada escena muy numerosos. Antes no lo eran tanto. Esto afecta a la capacidad de atención y de concentración, puesto que la imagen salta de escena a escena de forma muy rápida.

Además, la luz azul de las pantallas afecta a la visión, y hace que bajen los niveles de melatonina. La melatonina es la encargada de que el cuerpo se regule con los ciclos circadianos, que son los ciclos día-noche. Por lo que, si utilizamos pantallas de noche, esta melatonina se reduce, haciendo que cueste mucho más conciliar el sueño. Lo que perjudica el descanso y hará que por la mañana el peque no esté preparado para afrontar un día de nuevos aprendizajes.

Personalmente, no comparto tampoco el uso de estos dispositivos a la hora de comer. Considero que comer tiene que ser una actividad placentera, en compañía de la familia, y en la que todos compartimos un momento tranquilo. La pantalla hace que el peque no sea consciente ni de lo que come, ni de como lo come. No controla cantidades, y esto afectará a su saciedad.

Entiendo que utilizarlas facilita el momento, sobre todo en lugares públicos, restaurantes, hoteles… como forma de entretener al niño y que no de problemas. Pero, como he comentado, cuando acompañamos a nuestros hijos e hijas en su crecimiento, debemos ser capaces de priorizar lo que es mejor para ellos frente a lo que es cómodo para nosotros. Hay otras estrategias que podemos utilizar y formas para que los niños de cualquier edad disfruten con nosotros de estos momentos, sin pantallas de por medio.

¿Qué queremos que aprendan? ¿Queremos que cuando sean más grandes puedan acompañarnos a un restaurante o celebración y se comporten adecuadamente? ¿Queremos que tengan una buena relación con la comida? Una vez respondamos a estas preguntas tenemos que preguntarnos si lo que estamos haciendo HOY en estos momentos nos lleva a esas metas futuras. Si no es así, ¡podemos cambiarlo!

Trata de limitar las pantallas lo máximo posible, ya habrá tiempo de que las utilicen. Y recuerda, nos observan todo el tiempo, ¿Quizá debemos reducir el uso que hacemos nosotros de las pantallas? En mi caso si, y lo estoy intentando mejorar. ¿Te unes a mi intento?

Anterior
Anterior

¿Qué significa que tengo que educar a largo plazo?

Siguiente
Siguiente

¿Por qué hablamos de espectro?